Realicé mi Educación Secundaria en mi querida
Escuela Nacional de Comercio de la Ciudad de Ameghino. En aquellos tiempos de
la década del 70, Ameghino era poco más que un pueblo donde todos nos
conocíamos.
Una escuela pequeña, en una sociedad donde la
educación inclusiva aún no había llegado, íbamos a la “Escuela Comercial” los hijos
de ciertas familias de clase media del
pueblo.
Entre esos chicos y chicas, alumnos de Escuela
Secundaria, estaban Rodolfo y Roberto.
Rodolfo, amigo desde el Jardín de Infantes, era un
año mayor que yo. Con su cabello claro y lacio, una sensibilidad que
conquistaba a quien lo conocía, una “pinta” que traía locas a muchas chicas y
una inteligencia que lo hizo ser el abanderado de la Escuela.
Roberto, mi compañero de curso. De familia muy humilde, siempre con sus
anteojos de mucho aumento, muy practicante de su religión evangelista, lector y
estudioso, muy buen amigo de sus amigos.
En 1973 y 1974, era muy común que los estudiantes
secundarios tomaran posturas ideológicas determinadas, otros no se
involucraban, pero ninguno permanecía indiferente.
Finalizando 1974
terminamos la Secundaria y cada uno tomó caminos diferentes. A nuestro
país llegó la dictadura y comenzó una época donde cada uno vivió como pudo,
según sus circunstancias. Todo era silencio, jamás nos enterábamos, y mucho
menos, los que vivíamos en el interior,
de lo que ocurría con las personas que habíamos conocido, que apreciábamos, que
recordábamos con una sonrisa.
Algunos comenzamos a tener algunas noticias de un
terror que no veíamos y particularmente, y como muchos, comencé con la lectura
de la revista quincenal Humor Registrado, desde la cual empecé a conocer la
otra historia.
Hasta que llegó el momento en que supimos que Rodolfo y Roberto, integraban esa lista de
30.000 detenidos- desaparecidos que dejó ese nefasto Proceso. Muchos años
después el cuerpo de Roberto volvió a Ameghino, donde descansan hoy sus restos,
de Rodolfo, desaparecido mientras cumplía el Servicio Militar, nunca más se
supo absolutamente nada.
Hoy tantos años después, continuamos preguntándonos por
qué. Porqué murieron aquellos jóvenes que eran nuestros amigos? Que le pasó a
este país que generó una política de desaparición de personas? Si hubieran cometido
un delito, porque no se los juzgó? Que nos pasó como sociedad que no supimos
ver, o que vimos y miramos para otro lado?
Todos los 24 de marzo se conmemora el Día Nacional
de la Memoria por la Verdad y la Justicia. La posibilidad de poder recordar, conocer
y evaluar el accionar de ese terrorismo de Estado, nos convoca a rever desde un
pensamiento crítico, como se han recorrido estos 38 años construyendo un país
nuevo que aún con dificultades ha decidido apostar precisamente por la verdad y
la justicia. Un país donde nunca más los jóvenes desaparezcan. Este país en el que se robaron más de 500 niños,
que poco a poco van recuperando su identidad, aunque aún faltan muchos por
encontrar, pero donde no habrá que bajar los brazos para seguir buscándoles y
otorgarles la identidad que les corresponda, en algunos casos , tal vez, a
pesar de si mismos.
La memoria colectiva, la memoria social, es esta
llama encendida que permanece y permite encontrarnos, después de tanto dolor,
de tantas ausencias, desde una convicción mayoritaria que hace del NUNCA MÁS,
una razón de Estado.
A pesar de algunas voces que minimizan este horror,
que dicen “estábamos mejor con los militares”, a pesar de reconocidos intentos
a volver a aplicar políticas liberales que nos remiten a aquellos tiempos, la
historia está poniendo las cosas en su lugar. Los genocidas en la cárcel a partir de la derogación de las leyes de
impunidad, que hoy son reconocidas en el mundo.
Las políticas de Estado sobre Derechos Humanos han
permitido que más de 400 responsables directos del terrorismo de Estado:
militares, policías, marinos, gendarmes, prefectos, sacerdotes, enfermeras,
médicos, jueces, civiles apropiadores de menores, sean convocados a juicios
orales y públicos en todo el país
Los Organismos de Derechos Humanos, las Madres, las
Abuelas, acompañados por un componente social comprometido y que comprendió las profundas heridas sufridas por
el accionar de bandas genocidas fueron gestando distintas etapas de lucha por
la Vida, por la Memoria y la Justicia y en contra de la impunidad. No se busca
nunca la venganza, se busca la justicia y que cada argentino pueda conocer y
reconocer aquel dolor, aquellas muertes, aquellas ausencias. Desde las
Escuelas, desde los lugares de trabajo, en los espacios públicos expresar el
dolor y el recuerdo por estas ausencias se hace impostergable.
Comprender que “LOS DESAPARECIDOS NOS FALTAN A TODOS” desde una convicción de que un país no puede
construirse con olvido y exclusión es un desafío para cada argentino.
Las banderas y los sueños de los 30.000
desaparecidos y los luchadores de hoy, aquellos
que conservan la posibilidad de estremecerse ante el dolor del otro y
construyen a diario, son los que estampan la posibilidad que un mundo mejor es
posible.
Un mundo
donde Rodolfo y Roberto hubieran podido cumplir sus sueños.
Desaparecidos.
Están en algún sitio / concertados
desconcertados / sordos
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada
nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos
ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen
cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo
cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían
están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.
Mario Benedetti.
Presentes todxs! Hoy y siempre!
ResponderEliminarGracias Nory !!!!!
ResponderEliminarLaury: ¡Muy conmovedor tu relato! ¡Escrito con el corazón!
EliminarSi, Alfa, desde el corazón, siempre los recuerdo como esos adolescentes amigos, como tantos chicos de aquella época. Que tristeza más grande !
ResponderEliminarHola, Laura!! Hermoso lo que escribiste. Soy primo hermano de Rodolfo.y siempre sentí creí y pensé que uno de los tantos daños que nos hizo la dictadura fue el impedirnos ser mejores como individuos, como ciudadanos, como personas en general. Sería hoy tan distinto todo si hubiéramos podido compartir tiempo, charlas y tantas cosas con "los mejores". Porque ¿qué duda cabe? Rodolfo era uno de "los mejores". Gracias por tu recuerdo tan sentido y tan enorme. Un beso. Juanjo
ResponderEliminarTriste, muy triste. Tan triste como real y actual. Un beso Laura
ResponderEliminarEspero que nadie más pase por algo ni parecido.
ResponderEliminarJuanjo, una alegría que me hayas leído, siempre pienso lo mismo, como no pudimos ver, y que distinto sería todo hoy si ellos estuvieran !!!!! Saludos!!!!
ResponderEliminarNuria y Oliva, gracias amigas, ustedes siempre conmigo !!!!!!!
Gracias Laura por tu comentario...mas que comentario!!! ...Tuve que detenerme por las lágrimas...Y me alegro porque quiero siempre llorar al enterarme de cada una de las historias de los desaparecidos... Levanto mi bandera de nunca olvidados siempre recordados! Y el Nunca Mas es el Nunca mas...Yo también tuve un familiar mas que cercano en calabozo u tortura y preso 4 años...fueron tiempos de maldad pura. Y yo solo era una adolescente...y era mi hermano.
ResponderEliminarUn beso Laura
Maria Gabriela
Maria gabriela
Disculpame Laura las faltas de ortografía del comentario anterior, solo las lágrimas son las responsables...Un beso.
ResponderEliminarUn beso Gaby, la maldad pura, es así , Civica, eclesiastica y militar ! NUNCA MÁS !
ResponderEliminarEs una triste historia, pero al.menos allí tenéis los cojones de hacerles pagar el pato. En España ha.quedado en un.intento.
ResponderEliminarLo de España es muy increíble Daniel. Imaginate que aquí tenemos al Juez Garzón trabajando para nosotros. Pero no me gusta opinar mucho de otros países , porque puedes tener una visión muy parcial.
ResponderEliminarHola Laura!
ResponderEliminarUn dolor tremendo es leer cosas sobre mi amada Argentina en esas épocas. Me duele la memoria y me duele la patria, sobre todo sabiendo que los mismos argentinos olvidaron (muchos) muy rápido.
Jamás me tocó vivir una situación cercana a la dictadura. Mi papá la vivió muy de afuera y mi mamá no vivía en Argentina en ese momento, así que tampoco tengo historias de ellos, pero mi propio interés me llevaron a saber más de lo que me gustaría hoy en día y solo puedo decir, como decía más arriba, que hoy en día, me duele la memoria.
Muchas gracias por compartir, que no nos viene mal recordar.
Un abrazo
Gracias Belén por comentar. A mi uno de mis hijos me preguntó que hacía durante la dictadura, y yo tengo que reconocer que no me involucré demasiado. Vivía en el interior y no tenía mucha idea de lo que pasaba. Me fui enterando despues, y ahí si me involucré en los temas de Derechos Humanos.
EliminarSaludos.
Hola Laura.
ResponderEliminarGracias por compartir este relato de un tiempo tan duro por aquellos años.
Espero no vuelva a suceder y lleguen las respuestas a tantas preguntas y hechos que sucedieron.
besos
Gracias Noel ! Está muy bueno que las nuevas generaciones se interesen por lo que pasó en un pasado que no está tan lejano. Saludos.
EliminarSería una historia triste si fuera un cuento, pero es aún más triste porque sabemos que es real. Ojalá que no suceda nunca más, las aberraciones de las personas a veces no tienen limites :(
ResponderEliminarGracias Kevin por leerlo y entender. Un abrazo !
EliminarHola Laura! Rato sin pasar por aca...
ResponderEliminarLa historia es siempre curiosa. Y si lo digo es porque creo que siempre hay que mirar las cosas de un modo objetivo... Porque los desaparecidos existieron, y suena barbárico, pero muchas veces la barbarie se dio en los dos bandos. Aquí, en mi ciudad, los montoneros, pusieron una bomba en el clásico Club del Orden (uno de los involucrados sería mucho tiempo después gobernador). Desde el silencio surgen historias de otras bombas, contra militares (y contra sus familias, con niños incuídos). El horror, para mi, no fueron los militares, fueron las personas. Fueron esos que robaron niños, esos que miraron a otro lado, esos que festejaron cuando tiraron el gobierno de Isabelita abajo (porque me consta que así fue, historia repetida en la mesa de los domingos en mi familia). Fueron los que dicen "yo no sabía nada". Fueron (y son) los desaparecidos exiliados que nunca volvieron a dar la cara y permanecen en Paraguay u en otro país (y los hay). Todo eso es tan triste porque atenta contra nuestro país y nuestro sentimiento de patria, y nos divide, como hace 30 años, y nos seguirá dividiendo. Memoria si, pero de odio ya estamos repletos. Ya no nos sirve. O al menos eso siento.
Besos! Hermosa y sentida entrada.
Hola Lulu: No comparto la idea de la teoria de los dos demonios. Son cuestiones ideologicas. En ningún momento en mi escrito expongo que Montoneros u otras organizaciones no fueran culpables de secuestros, muertes y demás. Ellos estaban fuera de la ley. Me pregunto. Mis compañeros también mataron ? Quien me lo puede asegurar, si no tuvieron un juicio donde se pudieran defender ?
EliminarEl Estado, siempre debe estar para defender a los ciudadanos, si el estado no te garantiza justicia, quien lo va a hacer ?
No se de donde sacas la información de exiliados que nunca volvieron a dar la cara. Tengo amigos exiliados, pero que se quedaron en otros países ( por ej. España y Suecia ) pero que no volvieron porque armaron una vida allá.No porque estén escondidos.
Y yo no odio, milito por los derechos humanos, desde la década del 80. Tengo que reconocer que en los 70, fui adolescente y no me involucré en nada.
No somos la izquierda de este país los que propiciamos el odio. Memoria si, justicia también.