Macacha. Martín Miguel
En
la semana de la Independencia es interesante realizar algunas miradas desde un
pensamiento propio acerca de 1816 y acerca de la continuidad histórica de esa
independencia. Pensar, que quiso decir aquello de ser Independientes de España y
de toda otra dominación extranjera en el contexto colonial y en el actual.
Reflexionar acerca del significado que tiene para cada uno las palabras
libertad e independencia. Preguntarse acerca de cuáles son los reales próceres
que tuvieron que ver con nuestra independencia y cuál fue el rol de la mujer en aquella época y en
aquellas luchas.
Suprimir lo que hicieron todas esas mujeres – damas, esclavas,
trabajadoras, indias, letradas o analfabetas – que formaron junto a los hombres
el ejército anónimo de la emancipación nacional constituye una injusticia que parecería
tener un final actual y vigente: buscar expropiar el pasado revolucionario, que es el de la
patria, impidiendo una realización que sólo es posible con la
resurrección de la actividad política y la incorporación de las mujeres como dirigentes políticas y con posibilidades
de ocupar espacios de poder.
A pesar de ese silencio histórico y cultural, la tradición oral de la
Provincia de Salta ha legado la imagen de una elegante muchacha, vestida como
los paisanos, repartiendo alimentos a los necesitados, luchando en las
montoneras y realizando tareas políticas
Ella es María Magdalena Güemes, nacida en de
Salta, el 11 de diciembre de 1787 en una familia perteneciente a la de la “gente principal”. Su vida estará unida a la
trayectoria revolucionaria de su hermano General Don Martín Miguel de Güemes.
Macacha,
como siempre se la llamó, se había casado en 1803, a los 16 años de edad, con
Román Tejada, perteneciente a una antigua familia española de Salta y, cuando estalló la Revolución de Mayo, junto a primas y amigas, convirtió su casa en
taller de confección de uniformes para los soldados del Escuadrón de Salteños
organizado por su hermano. En aquél hogar, desde 1810 hasta 1824, además de
taller, se refugiaron jefes, oficiales y
soldados, y se constituyó en centro de propaganda de ideas revolucionarias.
Se
convirtió en la más apasionada colaboradora de Martín Miguel ; supo aprovechar
sus cualidades; su extraordinaria imaginativa y posición económica para ejercer
tareas aventuradas, esencialmente cuando los realistas irrumpían la ciudad de
Salta, y Güemes los embestía con todos los medios a su alcance.
Organizó
un sistema de inteligencia al servicio de los patriotas, compuesto por mujeres
espías que asistían a los banquetes y fiestas en los que la alta clase,
traidora y proclive a los españoles vertían sus infidencias. Fascinados por las
sugerentes salteñas de negros ojos brindaban información de contenido político
o bélico que luego las criadas escondían en los matorrales y los gauchos de
Güemes retiraban por la noche.
Magdalena
además participó de forma activa en la guerra gaucha que organizó Martín Miguel
para defender la frontera. Cuentan que en una ocasión, un destacamento a sus órdenes
retrocedía ante el enemigo, pero ella se adelantó y les gritó: ¡cobardes, vean
cómo pelean las mujeres en mi tierra!
Empuñó su lanza criolla y se dirigió a todo galope hacia el enemigo. Los
gauchos volvieron sus caballos y la siguieron hasta derrotar por completo a los
realistas.
Además,
propietaria de una gran sagacidad política, la puso al servicio de su hermano
en las circunstancias más dificultosas, como en 1816, cuando estuvo a punto de
concretarse el enfrentamiento entre las fuerzas de José Rondeau, representante
de Buenos Aires con las milicias de Martín Miguel de Güemes.
José Rondeau, con ese ideario centralista que caracterizó a
los porteños, al mando de las tropas del
Alto Perú, fue derrotado en la batalla de Sipe-Sipe y luego confrontó con Güemes por diferencias políticas
y lo declaró "reo de Estado" al no conseguir que el caudillo gaucho
acatará los ordenes porteñas.
Rondeau,
acometió sobre Salta provocando la emigración y el descontento de toda la
sociedad. Se estableció una guerra de recursos entre ambos bandos. Macacha, se
desenvolvió como mediadora, organizó una conferencia entre los jefes
enfrentados quienes suscribieron un compromiso de no agresión, paz que es
conocido como el " pacto de los Cerrillos".
En la noche del 7 de junio de 1821 Güemes fue engañado, creyendo que respondía
a un llamado de su hermana, fue
baleado y mortalmente herido para morir diez días después. La muerte de Güemes se
atribuye a una partida realista, ayudada por la “gente principal” de Salta, es
el único jefe militar muerto en el campo de batalla.
Macacha
continúo participando de los sucesos políticos de su provincia, con la valentía
que la distinguía. Intervino en la llamada "Revolución de las
Mujeres" que, con el apoyo militar de Pablo Latorre derrocó al gobernador
Fernández Cornejo y puso en el cargo al general doctor José Ignacio de Gorriti
y durante toda el resto de su vida se involucró en actividades políticas, desde
el lugar que le permitió su rol de mujer.
Macacha
Güemes murió en su ciudad natal el 7 de junio de 1886 y, por su carisma su
pueblo la recuerda hasta nuestros días.
Conocer
acerca del Padre de los gauchos, Martín
Miguel de Guemes, su
vida, sus sueños e ideales de libertad e igualdad para blancos, indios y
mestizos y a su hermana
que trabajó a su lado, luchando para conseguir un país honesto e
independiente para todos, nos permite reconocer su aporte a la libertad de la que gozamos en el día de
hoy.
Ojalá el destino de las mujeres argentinas del
siglo XXI sea el de convertirse en protagonistas de un nuevo abrazo: el
reencuentro del pueblo con su conciencia histórica. Y tengan en la valerosa
Macacha, y tantas más, a los símbolos
indestructibles del ingreso de las mujeres a la Historia.
MACACHA
"Era
un junco del minué
la
hermana del guerrillero.
Con
su talle se enjoyaban
los
coloniales espejos.
Al
recibir su mistela
se
inclinaban los caballeros,
el
zapato con hebilla
y
la camisa con vuelos.
Quién
la viera en el caballo,
con
la chaqueta de cuero,
cubrir
vacantes de sangre
en
los rudos entreveros.
El
poncho en sus hombres cura
nostalgias
del terciopelo.
Se
han hecho para la guerra
sus
ojos color de acero.
Como
su hermano Martín,
jineteó
potros en pelo,
corrió
ganado en el monte,
bebió
chicha con el pueblo,
y
cuando suene el clarín
galopará
selva adentro,
entre
lapachos y cardos,
entre
chalchales y ceibos,
casi
todas flores rojas,
como
si el monte guerrero
sólo
floreciera sangre
a
tono con esos tiempos.
Macacha,
Macacha Güemes
se
ha contagiado de hierro.
Ya
no la nombran los pianos;
los
pianos quedaron lejos.
Para
siembre la ganaron
las
espuelas sin sociego,
los
tambores de voz ronca
y
el clarín del entrevero.
Julio
César Luzzatto
Hace reflexionar sobre las personas auténticas, y sobre como se utilizan las cualidades de cada uno. La historia resalta los papeles de los hombres pero si leemos con atención hay mujeres que tuvieron un papel relevante.
ResponderEliminarUn beso.
Creo que el papel de las mujeres estuvo invisibilizado en todas las épocas, recién en la actual, se están ganando muchos espacios. En el Siglo XIX, apenas eran el apéndice del hombre que tenían cerca.
ResponderEliminarGracias por tus aportes. Oliva.
Un testimonio interesante; el mensaje de Macacha desafiante para su época, seguramente, como lo dice la conclusión prenderá en la mujer de hoy, que sin duda se mueve en todos los ámbitos y en el político, no solo junto al hombre, la mujer de nuestra época tiene brillo propio.Hermosa la poesía!!!
ResponderEliminarGracias Alejandro. Realmente Machaca, es un personaje que me pareció muy interesante investigar. Saludos
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