En
la década de los ´90 se agudizaron los niveles de exclusión y vulnerabilidad en
América Latina y específicamente en Argentina. El desempleo en ascenso, la
completa desatención respecto a dificultades sociales, las políticas neo liberales
implantadas propendieron al deterioro
del entramado social alejándose cada vez más de una
sociedad justa y con igualdad de oportunidades.
En
ese contexto comienza a hacerse conocida, a través de los medios, la figura de
Mónica Carranza.
La increíble vida de Mónica.
Mónica
había nacido en el barrio porteño de Parque Patricios en un hogar muy pobre, y
vivió junto a sus once hermanos hasta los nueve años, cuando la muerte del
padre y la ausencia de la madre hicieron que todos los hermanos fueran repartidos en diversos institutos. La
desprovista mesa familiar que los reunía
quedó grabada en el espíritu de la niña como un paraíso a reconquistar.
Mónica
no soportó la institucionalización y terminó por escaparse. Pasó hambre, sintió
frío, durmió a la intemperie, sufrió abusos. Entre semejante desamparo, en correccionales de menores y comisarías, atravesó la adolescencia. “En esas
noches de frío en la calle, siempre soñaba con un hogar cariñoso y sábanas
limpias”, recordaría después.
Alguien
la rescató de la calle y le enseñó a leer y escribir. Con el tiempo fundó una familia en Mataderos, tuvo un hijo.
Y el haber reconstruído la mesa familiar, no le hizo olvidar el desamparo
doloroso que había conocido desde la niñez.
Un
par de chicos a comienzos de los 90 le pidieron algo para comer y fueron el
detonante que puso en marcha su actividad solidaria. Mónica les ofreció unos
sandwiches. Al día siguiente volvieron, y trajeron a otros consigo. Al poco
tiempo formaban una grupito de unos veinte voraces “carasucias”, como los
llamaba afectuosamente.
Con
el tiempo la noticia de que una mujer daba de comer se comenzaba a difundir, y empezaba
el milagro. Muchísimas personas de todas
partes se acercaban a traer alimentos, pero también se sumaban más y a comer. Esos
pibes, nunca supieron que la misma mujer que les cocinaba, por la noche
confeccionaba flores que de día vendía o
canjeaba por alimentos para sorprenderlos no solo con un plato de comida, sino
con una sonrisa que reflejaba esperanza, con una palabra que los entendía y
comprendía tal vez como nadie. Mónica decidió darles de comer en una plaza
cercana ya que no cabían en su cocina hasta que un día, hipotecó su casa y
alquiló un galpón. Y eso fue el comienzo.
Mónica
siempre agradecía al periodismo porque la ayudó siempre, dio a conocer su obra
y le posibilitó ampliarla. Se llegó a ayudar a cientos de familias y a más de
1500 chicos con diferentes necesidades. En 1997, Mónica fue elegida “ la mujer
del año” por su lucha y solidaridad.
Los que la conocieron valoran de ella su
generosidad y su gran obsesión por suavizar la tristeza, aminorar el daño en
una etapa en la que todo debería ser protección y amor.
“Tengo
muchos niños desnutridos, con piojos, enfermos de SIDA, con las defensas
bajas”, decía Mónica al reclamar padrinazgos para sus chicos (ella y su marido
adoptaron a cuatro). “Necesito que me ayuden a cuidarlos. La idea es que aquí
los pibes puedan ir al colegio, comer bien, vacunarse y tener atención médica”.
Insistía
en subrayar el papel destructivo de la droga, y no disimulaba su incidencia
entre los más pobres “porque también hay pobres que han hecho mucha plata con
la droga, sobre todo con el paco. Siempre vas a escuchar la misma frase: están
todos dados vuelta, todos fisurados”.
Le
dolía hasta las lágrimas la criminalización de los menores. “La gente condena a
los chicos porque los cree responsables de todos nuestros pesares, pero primero
habría que condenar a los adultos que permitieron que un chico pase hambre, sea
analfabeto y drogadicto. Somos culpables de dejarlos crecer en las calles, de
que los violen, de que los maltraten”, decía.
“Nunca
se han cerrado mis heridas y jamás voy a olvidar el infierno que he pasado en
la calle”, así Mónica explicaba como le era posible pensar en un mundo
solidario.
Después
de 20 años de lucha, Mónica falleció el 28 de diciembre de 2009, pero su legado
continúa. Ahora la fundación está a cargo de su hijo: Roberto Zuccarino. “Una
herencia enorme” dice Roberto, comprometido a que Los Carasucias siga
creciendo, con el objetivo de que no le falte lo elemental a los que más
necesitan.
La fundación hoy
Las actividades que la fundación realiza desde
1996, fecha de su surgimiento civil como tal, aparte del comedor que data desde
años anteriores son: talleres de capacitación laboral, fábricas que además de
abastecer las necesidades propias de los hogares reinsertan laboralmente a
pibes de la calle, campo de deportes, granja laboral, talleres de expresión,
centro de documentación, bolsa de trabajo, revisación y atención médica, atención
psicológica y ginecológica, seguimiento del embarazo y alimentación especial a
niños desnutridos, entrega gratuita de medicamentosa personas carenciadas de
Capital Federal y del gran Buenos Aires, sin dejar de atender casos del
Interior del País.
La
fundación cuenta con un Comedor familiar comunitario ubicado en Pilar 1838.
CABA. Asiste aproximadamente a 10.000 personas.
Los Hogares :
- Un
hogar para albergar madres solteras con sus hijos y ancianos. Cafayate 1967 –
CABA.
-Hogar
Mónica Carranza. Un hogar para bebés recién nacidos a 13 años. “El nidito de
los Carasucias” L. de la Torre 1948 – CABA.
- Un
hogar granja en Pontevedra - Partido de Merlo – Pcia. de Bs. As.
Al
observar esta obra y recordar como comenzó es cuando la vida exhibe la
coherencia en su máxima expresión. No es frecuente encontrarse con personas
como Mónica Carranza, quien sólo hablaba a través de sus acciones. Sus palabras
sólo eran vehículos para explicar que nadie tiene el derecho ni la razón para
hacernos creer que algo es imposible. Sus esperanzas no tenían límites.
Mientras
la fundación crece, crecen sus ambiciones, sus sueños, sus anhelos que al cabo
de un tiempo se ven reflejados en obras, hechos y acciones orientados a calmar
el dolor de miles de personas que encuentran en la FUNDACIÓN LOS CARASUCIAS un
lugar… su lugar, el que tal vez hacía mucho tiempo estaban buscando.
Hoy Los Carasucias todavía anda cambiando los destinos y
construyendo futuros como lo pensó Mónica Carranza. Se puede contactar en http://www.loscarasucias.org.ar/old_site/
Se necesitan muchas más personas solidarias como Mónica Carranza. La infancia no admite demoras.
ResponderEliminarConmovedora historia. Mónica fue un gran ejemplo, ojalá algunas personas pudieran imitarla. Cuando el amor y la solidaridad nacen en lo profundo del corazón nada es imposible.
ResponderEliminarCariños Laura!
Gracias Alfa y Ali, por leerme. Un ejemplo, Mónica. Que vacío ha dejado esta mujer !
ResponderEliminarAdmirable mujer...formidable obra!
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Neogéminis !!!!
ResponderEliminarMónica fue una mujer admirable, de pose imponente y mirada escrutadora.Por mi trabajo y convicciones, junto a otra gente, conocí todos los lugares de Mataderos, donde acercamos lo que ella demandaba.Era una persona con mucha dignidad, esa que se instala con los golpes de la vida y no lo lamentaba!!!La única condición que anteponía era: "Si vienen buscando publicidad, pueden retirarse........, HONRO LA VIDA!!! Gracias por la nota fidedigna y completa!!!!
ResponderEliminarGracias por leerme Alejandro ! Que bueno que hayas podido colaborar con la obra de Mónica ! Es verdad, una mujer que imponía !
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