Días atrás falleció Andrés Carrasco, el científico argentino que confirmó los efectos devastadores del
glifosato, acompañó con su investigación a los pueblos fumigados y cuestionó
que la ciencia esté al servicio de las corporaciones.
El peridista Darío Aranda de la revista cordobesa Mu,
fue quien acompañó desde 2009 la lucha de Andrés Carrasco sobre los efectos de
las fumigaciones con agroquímicos y fue quien recogió sus testimonios.
Andrés fue Presidente del Conicet y jefe del
Laboratorio de Embriología de la UBA. Treinta años de carrera, con
descubrimientos científicos muy importantes .
Sus descubrimientos.
Su investigación sobre el glifosato fue tapa de los diarios en abril de 2009. La
noticia: el glifosato, el químico pilar del modelo sojero, era devastador en
embriones. Nada volvió a ser igual. Organizaciones sociales, campesinos,
familias fumigadas y activistas tomaron el trabajo el Carrasco como una prueba
de lo que vivían en su territorio.
“No descubrí nada nuevo. Digo lo mismo que las
familias que son fumigadas, sólo que lo confirmé en un laboratorio”, expresaba
Andrés. Y comenzó a ser invitado por
Universidades, Congresos científicos,
asambleas socioambientales y escuelas fumigadas. El intentaba que sus
descubrimientos llegaran a la mayoría de las personas.
También ganó muchos enemigos. Los primeros, fueron las empresas de agroquímicos. Comenzó a recibir llamadas anónimas, fue
desacreditado por pares, funcionarios y periodistas.
Pero Carrasco no se calló: “Creen que pueden ensuciar
fácilmente treinta años de carrera. Son hipócritas, cipayos de las
corporaciones, pero tienen miedo. Saben que no pueden tapar el sol con la mano.
Hay pruebas científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la
prueba viva de la emergencia sanitaria”.
Los medios dominantes lanzaron una campaña en su
contra. No podían permitir que un reconocido científico cuestionara el
agronegocio. Llegaron a decir que la investigación no existía y que era una
operación del gobierno para prohibir el glifosato, una represalia por la
fallida 125. Finalmente Carrasco
renunció a su cargo de Secretario de Ciencia en el Ministerio de
Defensa.
El silencio no
es salud
Empresas, funcionarios y científicos lo habían acusado
de no publicar su trabajo de glifosato en una revista científica, sino en un
diario. Carrasco consideraba que este
tema que tanto impacto tenía sobre la salud pública debía tener difusión
urgente y masiva. Explicaba que lo había
conmovido el sufrimiento de las Madres del Barrio Ituzaingó de Córdoba. Y que
no podía permanecer indiferente.
En agosto de 2010, en Chaco, estaba por dar una
charla, pero empresarios arroceros y punteros políticos intentaron lincharlo.
Había concurrido a una escuela de un barrio fumigado, y no pudo hablar. Lo
sorprendió la violencia de los defensores del modelo sojero.
Ese mismo agosto, la revista estadounidense Chemical
Research in Toxicology (Investigación Química en Toxicología) publicó su
investigación .
Lentamente Carrasco comenzó a tejer diálogos con otros
investigadores, de bajo perfil, investigadores de Universidad de Río Cuarto y
de la Facultad de Ciencias Médica de Rosario y armando una red por fuera de
organismos oficiales que se comenzaron a ocupar del tema.
Carrasco también alertaba sobre el glufosinato de amonio y lo mencionaba como
posible sucesor del glifosato: “El glufosinato en animales se ha revelado con efectos
devastadores. En ratones produce convulsiones y muerte celular en el cerebro.
Con claros efectos teratogénicos (malformaciones en embriones). Todos indicios
de un serio compromiso del desarrollo normal”, precisaba.
En marzo de 2011 se conoció que la embajada de Estados
Unidos lo había investigado y había hecho lobby en favor de la empresa
Monsanto. Documentos oficiales filtrados por Wikileaks confirmaban el hecho.
“No esperaba algo así, aunque sabemos que estas corporaciones operan al más
alto nivel, junto a ámbitos científicos que les realizan estudios a pedido,
medios de comunicación que les lavan la imagen y sectores políticos que miran
para otro lado. Estaban, y están, preocupados. Saben que no pueden esconder la
realidad, los casos de cáncer y malformaciones se reiteran en todas las áreas
con uso masivo de agrotóxicos”.
Sus últimos
pasos.
Carrasco, sentía la soledad en su lucha, antiguos
compañeros de estudios y trabajo le daban la espalda. Consideraba que había
demasiadas miserias en el mundo científico. Tampoco ningún medio le otorgaba
espacio.
Logró tener un
programa en FM La Tribu donde nadie lo censuraba y daba gran protagonismo a las
asambleas y organizaciones en lucha contra los agroquimicos. El nombre del
programa era todo un mensaje: “Silencio cómplice”.
Viajó a México al Tribunal Permanente de los Pueblos
(tribunal ético internacional, de carácter no gubernamental que evalúa la
violación de derechos humanos). Allí se
descompuso y fue trasladado de urgencia. Lo operaron en Buenos Aires y estuvo largas
semanas internado. Estaba muy interesado con lo que ocurría con la instalación
de Monsanto en Malvinas Argentina, Córdoba y el bloqueo que se estaba llevando
a cabo.
El 27 de marzo concurrió a nuestra vecina ciudad de Los Toldos, a una audiencia pública sobre
agroquímicos. Estaba débil, pero no quiso faltar. Sucedió lo mismo en la
Facultad de Medicina, en la Cátedra de Soberanía Alimentaria, donde habló de
los alimentos transgénicos y los agroquímicos. No estaba bien, estaba muy dolorido. Entendía esos espacios como lugares de lucha, donde debía
explicar los efectos de los agroquímicos.
Al fines de abril lo volvieron a internar. Finalmente falleció
el 10 de mayo a los 67 años.
Su legado
No hubo despedidas
en grandes medios, ni palabras de ocasión de funcionarios, pero recorriendo
Google se encuentran múltiples reconocimientos de científicos sensibles a los problemas
ambientales y que muestra el pesar de compañeros y seguidores en esta
lucha.
Andrés Carrasco optó por un camino difícil :
cuestionar un modelo de corporaciones y gobiernos y decidió caminar junto a
campesinos, madres fumigadas, pueblos en lucha.
Andrés Carrasco ya tiene un lugar en la historia viva de los que luchan.
Sus palabras.
“(Sobre la ciencia oficial) Habría que preguntar
ciencia para quién y para qué. ¿Ciencia para Monsanto y para transgénicos y
agroquímicos en todo el país? ¿Ciencia para Barrick Gold y perforar toda la
Cordillera? ¿Ciencia para fracking y Chevron?”
“Mucha gente fue solidaria conmigo, piensa que lo que
uno hizo tuvo importancia para ellos, tienen derecho a saber que hay
instituciones del Estado que privilegian la arbitrariedad para sostener
discursos “.
“Los mejores científicos no siempre son los más
honestos ciudadanos, dejan de hacer ciencia, silencian la verdad para escalar
posiciones en un modelo con consecuencias serias para el pueblo”.
¡Qué poco sabemos de estos temas los ciudadanos "de a pie"- los comunes-! Gracias, Laura, por difundirlo.
ResponderEliminarEs verdad, Alfa, está todo armadito para que no nos enteremos, por ningún lado ! Gracias por entrar aquí , siempre !
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