Escribe el periodista acreditado en la Corte
Suprema, Miguel Sintas, acerca de Carmen Argibay:
Conocedor de su encarnizada lucha en defensa de las
cuestiones de género, este cronista, a quien la mujer honró con su amistad hace
más de veinte años, le preguntó ingenuamente cuando asumió como integrante de
la Corte Suprema: "¿A partir de ahora cómo debo llamarte, ministro o
ministra?".
"Hacela fácil, seguí llamándome Carmen”, dijo
con la sencillez que caracterizó su vida; “el cargo es lo de menos”, agregó por
si alguna duda cabía de que el bronce líquido no estaba entre sus bebidas
preferidas.
Cualquier necro puede poblarse de lugares comunes,
desde referencias a su baja estatura confrontando con su altísima capacidad
para intentar entender al otro, hasta el blanco de sus cabellos que
evidenciaban una experiencia de vida que la llevó a confrontar con cierto
sector del establishment que no trepidó en descalificarla cuando se definió como
una "atea militante".
“Soltera, sin hijos" murmuraban quienes creían
que ese era un demérito, una burla solapada, una forma de mostrar a la mujer
argentina que integró uno de los tribunales más prestigiosos del mundo, como
alguien que no merecía respeto por no haber parido herederos. Qué miopes.
Otro lugar común: "Genio y figura hasta la
sepultura" también podría poblar cualquier despedida, y es porque Carmen
Argibay era eso.
Una mujer íntegra que eligió su forma de vivir y de
morir: si los represores de uniforme militar no habían podido doblegarla
durante la dictadura menos lo harían los médicos prohibiéndole fumar.
Sabía lo que hacía y lo que quería, escuchaba a
todo el mundo pero jamás se iba a sumar al coro de grillos que le cantan a la
luna si no estaba convencida, nunca ocultaría lo que pensaba para decir lo que
otros querían escuchar.
Perdóname Carmen, no voy a ir a tu velorio. No
quiero verte en un cajón lustroso, prefiero recordarte como te conocí,
compartiendo un café con leche con una medialuna y llenando un cenicero,
aprendiendo de tu experiencia y escuchando tus consejos.
Hasta siempre ministra, que descanses en paz.
Su vida.
Carmen María Argibay nació en
Buenos Aires en 1939 . Se definía
como atea militante, entendiendo que con el término "militante" hacía referencia
a la honestidad de sus creencias. Sus posturas han generado polémicas en
algunos sectores ya que con relación al tema del aborto, mantuvo una posición
en favor de su despenalización. En el año 2008 recibió el Premio Konex - Diploma
al Mérito como una de las 5 Jueces más destacadas de la década en la Argentina.
Carmen estudió en la
Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, y se recibió de abogada
en 1964. Trabajó en varios juzgados públicos y enseñó Derecho en muchas
universidades, hasta 1976. Luego del golpe militar, la junta militar la
arrestó, sin tener cargos en su contra, y la mantuvo en prisión hasta el mes de
diciembre. Luego de obtener su libertad se dedicó a la práctica privada de la
abogacía.
Durante el gobierno
democrático de Raúl Alfonsín, el 7 de junio de 1984, fue nombrada jueza. Fue
ascendida en 1988 y, nuevamente, en 1993. Se jubiló el 1 de enero de 2002.
Es integrante de la
Asociación Internacional de Derecho Penal, y miembro fundadora de la Asociación
Internacional de Mujeres Jueces, organización que presidió desde 1998 hasta
2000. También fundó la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina.
Formó parte del Tribunal Internacional de Mujeres sobre
Crímenes de Guerra para el Enjuiciamiento de la Esclavitud Sexual, que
condenara en diciembre de 2000 al ejército japonés por los crímenes cometidos
durante la Segunda Guerra Mundial, donde se sometieron mujeres de distintos
países a la esclavitud sexual.
En junio de 2001 fue nombrada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas como jueza ad litem en el Tribunal Criminal Internacional que
juzga crímenes de guerra en la ex Yugoslavia.
La Corte Suprema.
Carmen Argibay fue una de las primeras personas designadas
para formar parte de la Corte Suprema cuando el presidente Néstor Kirchner tomó
la decisión política de llevar a cabo una renovación en dicho tribunal. Fue
propuesta por el presidente, debido a la consideración que se tenía de ella en
el ámbito internacional, el 30 de diciembre de 2003. El Senado de la Nación Argentina
aprobó su designación. Algunos Senadores, tal vez presionados por los obispos
de sus respectivas provincias, presentaron resistencia a su designación, por su
condición de atea y su posición a favor del aborto. Se convirtió en miembro de la Corte el día 3
de febrero de 2005.
Fue la primera mujer
en ser nominada por un gobierno democrático para integrar el más alto tribunal
de justicia de Argentina . La primera mujer integrante de Suprema de Justicia de la Nación fue Margarita
Arguas. Ejerció el cargo entre octubre de 1970 y mayo de 1973, pero su
designación fue hecha por el Gral. Levingston, un presidente de facto y
obviamente sin seguirse los mecanismos constitucionales.
La nominación de Argibay tuvo una dura resistencia de algunos
sectores de la sociedad, particularmente la parte más conservadora de la
Iglesia católica, luego de que declarara que se hallaba políticamente más cerca
de la izquierda que de la derecha, que era una atea militante, y que apoyaba el
derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. A esos sectores,
Argibay les respondió:
“Creo que decir de frente lo que uno es o piensa revela
honestidad, que es el primer paso para la ecuanimidad. Mis creencias no deben
interferir en las decisiones judiciales que tome.”
Carmen Argibay fue una
defensora de los derechos de las mujeres y se destacó por realizar proyectos en
contra de la trata de las mujeres y a
favor de métodos anticonceptivos para evitar abortos y embarazos no deseados.
También fundamentó que debe crearse una política de enseñanza sexual en las
escuelas.
Falleció el sábado 10
de mayo de 2014 víctima de un enfisema pulmonar que se complicó en sus últimos
años con la suma de otras patologías cardíacas y vasculares.
Su compañera en la Suprema Corte, Elena Highton de Nolasco la
recordó expresando que fue una pionera, no solo en Argentina, sino en el mundo
de la defensa de los derechos de la mujer, siempre militó por ellos, aún antes
de que se hablara de estas cuestiones de género.
Es esperable que todos los temas referidos a la cuestión de género con el
impulso otorgado por Carmen Argibary sean motivo de investigación debate y decisiones acertadas dentro de los
ámbitos judiciales, políticos, acádemicos y sociales, en momentos en los que pareciera que cada vez nos alejamos
más de ese desafío que nos interpela cada día como mujeres del Siglo XXI, ante
una realidad cada día más pavorosa.
Recobraste a otra interesante personalidad. Otra "enormísima cronopia"- diría "Cortázar- Muy agradecida por tu labor de seguirlas teniendo presentes en nuestros pensamientos. Necesitamos muchas más así: con coraje, con valentía para decir y ejecutar.
ResponderEliminarGracias Alfa, realmente una vida dedicada a la justicia y a la reivindicación de género. Muchas veces invisibilizada por la vorágine de la actualidad que tapa el árbol.
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