Hay momentos de la vida, que atesoramos. Momentos que por su emotividad,
belleza o porque provocan una sensibilidad especial son de difícil explicación.
Resulta muy complicado encontrar palabras que describan la grandiosidad en estado puro,
la magnificencia de la naturaleza o la
más fabulosa perfección. En esa categoría yo puedo incluir a la increíble
experiencia del avistaje de ballenas en Puerto Pirámides.
Se trata de una experiencia única:
observar a las ballenas en su hábitat natural, desde pequeñas embarcaciones,
contando con guías balleneros y biólogos
expertos
Este espectáculo maravilloso que se
repite y crece cada año, gracias a la labor de protección que desarrollan
diversos organismos de la zona.
Las ballenas llegan a las costas de los Golfos Nuevo y San José por la
tranquilidad de sus aguas. En ellas transitan algunas de las etapas más importantes de sus
vidas: copular, dar a luz y criar a sus ballenatos. El tiempo de gestación, es
aproximadamente entre 11 / 12 meses.
El avistaje de las ballenas se realiza embarcando desde Puerto Pirámides.
Las empresas autorizadas para hacerlo
toman todos los recaudos necesarios para que esta actividad no genere impacto
ambiental y no altere el comportamiento de las ballenas.
El recorrido que realizo, se desarrolla a la hora del atardecer. Nos explican
que es la mejor hora del día para realizarlo, ya que el paisaje es
indescriptible con el sol en el ocaso y es el momento en el que las ballenas
aparecen más frecuentemente. El recorrido comienza bordeando la costa mientras
los guias nos explican acerca de los
exclusivos ecosistemas con que cuenta la costa y el mar.
La primera parada se hace por lo
general en La Lobería que se encuentra perpendicular a Puerto Pirámides donde
viven unos 200 ejemplares de ballenas.
La navegación para el avistaje a lo largo de la costa permite también
observar varias colonias de cormoranes y otros ejemplares de avifauna costera.
Posteriormente la embarcación se
aleja de la costa, se paran los motores y por un momento reina un silencio
cortado sólo por los sonidos mezclados de los pingüinos, las gaviotas, los
gaviotines y los cormoranes. Es un momento de espera… Alguien observa a lo
lejos una gran concentración de aves.
De pronto, cuando todo el grupo
está atento, algo plateado y blanco salta al lado del barco, y se escucha el
fuerte ruido de un cuerpo golpeando la superficie del mar…
Es un momento de euforia. Todos gritan, hablan en varios idiomas, se
mezclan los gritos de los niños… Y como para completar la fiesta nunca faltan
los delfines que se presentan para hacer su show de acrobacias y saltos en
plena libertad junto a las ballenas.
En este escenario observamos a las ballenas que aparecen junto a la
embarcación. Ballenas madres con sus hijos ballenatos. El guía nos cuenta como se llaman, como viven, como se aparean. Como si de un regalo se tratará podemos ver a un
ballenato albino, que es una rareza de la naturaleza. Convivimos en armonía en el mismo espacio por el tiempo
que ellas lo deciden.
Pensaba la forma de contar esto.
Tendré palabras para describirlo? Para expresar esas sensaciones? Para poder
transmitir la experiencia tal como fue?
Cierto día leyendo el libro La loca de la casa de Rosa Montero, me
topé con el fragmento que hoy comparto.
Una de las experiencias más hermosas que jamás he
vivido ocurrió en la costa de Canadá, cerca de Victoria. Fue a principios de un
mes de septiembre, hará más de diez años. Un par de alemanes, Pablo y yo nos
subimos a una pequeña Zodiac con capacidad para seis personas y salimos al
Pacífico a otear ballenas. Es una actividad turística que se ha hecho famosa en
esas aguas, y al parecer últimamente el mar está tan atiborrado de gente que
los cetáceos apenas si se arriman a la costa. Por entonces, sin embargo,
estábamos solos. Navegamos durante cierto tiempo hasta colocarnos entre unos
islotes; allí el encargado apagó el motor y nos quedamos quietos, mecidos como
bebés por un mar manso. Era una mañana tibia y luminosa, los islotes brillaban
de verdor en el horizonte y el silencio se posaba sobre nuestros hombros como
un velo, magnificado por el lamido del agua contra la Zodiac o el pasajero
chillido de una gaviota. Estuvimos así, sin movernos y sin decir palabra,
durante más de quince interminables minutos. Y, de pronto, sin ningún aviso,
sucedió. Un estampido aterrador agitó el mar a nuestro lado: era un chorro de
agua, el chorro de una ballena, poderoso, enorme, espumeante, una tromba que
nos empapó y que hizo hervir el Pacífico a nuestro alrededor. Y el ruido, ese
sonido increíble, ese bramido primordial, una respiración oceánica, el aliento
del mundo. Esa sensación fue la primera: ensordecedora, cegadora; e
inmediatamente después emergió la ballena. Era una humpback, una corcovada, una
de las más grandes; y empezó a salir a la superficie a nuestro mismo lado,
apenas a dos metros de la borda, porque los cetáceos son seres curiosos y
quieren investigar a los extraños. Y así, primero emergió el morro, que
enseguida volvió a meter debajo del agua; y luego fue deslizándose todo lo
demás, en una onda inmensa, en un colosal arco de carne sobre la superficie,
carne y más carne, brillante y oscura, gomosa y al mismo tiempo pétrea, y en un
momento determinado pasó el ojo redondo e inteligente que se clavó en nosotros,
una mirada intensa desde el abismo; y después de ese ojo conmovedor aun siguió
pasando mucha ballena, un musculoso muro erizado de crustáceos y de barbudas
algas y, al final, cuando ya estábamos sin aliento ante la enormidad del
animal, alzó en todo lo alto la gigantesca cola y la hundió con elegante
lentitud en vertical; y en todo este desplazamiento de su tremendo cuerpo no
levantó ni la más pequeña ola, no produjo la menor salpicadura, no hizo ningún
ruido más allá del suave siseo de su carne monumental acariciando el agua.
Cuando desapareció, inmediatamente después de haberse sumergido, fue como si
nunca hubiese estado.
Que modo de describir!!!!!!!!!!! Ese bramido primordial, el aliento del
mundo, colosal arco de carne, mirada intensa desde el abismo!!! Intentar
elaborar racionalmente la belleza más increíble, buscar atrapar en un pensamiento o en una
imagen aquello que hemos experimentado sensiblemente no resulta fácil.
Ver las ballenas en el Sur argentino despierta ese extraño mecanismo, logra que algo bello nos conmueva y logre, incluso, que al
escribir un artículo no se encuentran palabras para contarlo. El que lo ha
vivido lo entenderá y el que no, que trate de vivirlo. Será inolvidable e
inexplicable.
¡Qué lindo! Yo no he podido avistar ballenas aún, pero con tu descripción y la de Rosa Montero, me dejaron muchas ganas de poder presenciarlo algún día.
ResponderEliminarOjalá pueda hacerlo pronto :)
Saludos.
Ojalá puedas Octaviana, luego te pasas y nos cuentas !!! Saludos !
ResponderEliminar¡Qué estupenda experiencia! . En Cuba visité un delfinario y me metí al agua- desde la escalerita, porque como no sé nadar me dio miedo- con los delfines amaestrados. Igual quedé muy feliz. ¡Son hermosos! ¡Me imagino tu alegría! Y la impresión de Rosa-ni que hablar que quedó plasmada con su extraordinaria maestría descriptiva- ( ¡Vos no te quedaste atrás tampoco!)
ResponderEliminarGracias, querida Alfa ! Cuando organices algún viaje corto, no te olvides de tener en cuenta esta experiencia que te la llevas dentro tuyo para siempre. Y lo de decirme que no me quedo atrás, al lado de Rosa Montero, es un exceso de amiga. jajjja. Besosssss
ResponderEliminar¡Que hermoso! Nunca tuve una experiencia tan bonita,me marea horriblemente el mar. Pero espero,quizás en un futuro, ser un poquito mas valiente. Y que excelente descripción,siempre hay algún autor que tiene las palabras justas para describir lo que sentimos. Pasò por acà ya que vi un comentario tuyo en mi blog literario, gracias por eso también. Un beso
ResponderEliminarUn beso JIme, espero que siempre te pases por mi blog. Y también que logres algún día tener esta bella experiencia de conocer las ballenas de Puerto Madryn, Saludos.
ResponderEliminarOh, que hermosas fotografías.. yo es un viaje que tengo pendiente, tengo muchas ganas de ver la magnificencia de esos animales... siempre amé el mar y pensar que contiene tan enormes criaturas y otros misterios me enamora!
ResponderEliminarAlgún día iré pa'l sur :)
Gracias Constanza, espero que puedas ir, ya me contarás. Imposible describir tanta belleza !!!! Gracias por siempre comentar mi blog.
ResponderEliminarEs un orgullo tener en el sur de Argentina algo tan hermoso, y ese libro tengo que leerlo. Un beso.
ResponderEliminarGracias, te recomiendo el viaje y el libro !!! Saludos !!
ResponderEliminarEl padre de mi novia fue con los chicos del colegio y trajo unas colitas de ballena de chocolate rellenas de dulce de leche. Eso fue lo mas cerca que estuve de ver las ballenas... y fue riquisimo
ResponderEliminarGracias, por leerme, espero que algún día tengas la oportunidad de verlas en vivo y en directo. Es una de las cosas más bellas de la naturaleza. Saludos
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