domingo, 28 de febrero de 2016

Los libros de mi infancia. Segunda parte.

Muy leída en las décadas del 60 y el 70, fue la colección Robin Hood, de color amarillo en sus portadas,  nos acercaban a la buena literatura. Yo no los tenía en mi casa, pero a través de mi amiga Adriana, los leía y disfrutaba a full. Inolvidable colección. 



La colección Robin Hood . Editada por la Acme Agency de Modesto Ederra, comenzó en 1941, y siguió ininterrumpidamente hasta principios de la década de los 90. Es recordada, entre otras razones, por las magníficas ilustraciones de tapa del gran dibujante argentino Pablo Pereyra.

A diferencia de otras editoriales, cuyas colecciones juveniles publicaban  versiones resumidas, la editorial Acme publicaba los textos completos y en un solo volumen. Varias generaciones de argentinos, muchos de ellos grandes  escritores en la actualidad, tuvieron su primer acercamiento a la literatura a través de las páginas de esta colección.  
Robin Hood publicó 227 titulos. Entre ellos todos los títulos de Louise May Alcott, Julio Verne, Charles Dickens, Emilio Salgari y tantos otros que nos acercaban a la buena literatura clásica.




Entre ellos, para mi,  imposible olvidar a Bomba, el niño de la selva.

Es la historia de un niño blanco que se crió en la selva. Su autor fue Roy Rockwood, aunque este es un nombre ficticio. Hoy se sabe que el autor es el “ Sindicato Stratemeyer”  o sea un grupo de escritores que fueron componiendo la serie

Se publicaron veinte libros, diez de los cuales están ambientados en América del Sur y los restantes en África.  Los volúmenes traían títulos indicativos: Bomba en la isla de los Jaguares, Bomba en la Montaña Movediza, Bomba en la Catarata Gigante, Bomba en el pantano de la muerte, Bomba en la ciudad abandonada, etc. Es decir, indican un lugar donde el  protagonista desarrollaba la acción.

 A través del relato, se va conociendo   el esplendor de la jungla y sus habitantes, donde reinan los hechiceros, las tribus amigas, los líderes del “mal”, la aparición de serpientes , especialmente boas y anacondas. También animales feroces como tigres y  panteras; luchas sin cuartel entre Bomba y sus enemigos, “ los malos” y los desastres naturales, terremotos, huracanes o volcanes en erupción.

Leyendo a Bomba, admirábamos su valentía e ingenio para salir indemne de situaciones increíbles, su bondad hacia la naturaleza, hacia los animales, hacia el hábitat. Es el protagonista sano, sin dobleces, químicamente puro, adalid de los débiles, pronto a la ayuda, respetuoso de los mayores, estoico, frugal en la comida, con un físico privilegiado y provisto del don que le permitía hablar con los animales.
Los relatos se encuentran redactados en forma simple y llana. No abundan las descripciones fatigosas y las que surgen son precisas, ayudando a perfeccionar el hecho. Los diálogos son breves, dinámicos, limpios, afín con la rapidez del relato y el desarrollo de la anécdota. Por eso mismo, la tensión dramática está sabiamente dispuesta y predispone al lector.

Lamentablemente, la  incógnita persistía al final de la obra porque, cuando lograba dar con el paradero de las personas que iban a satisfacer su curiosidad, estallaba algún acontecimiento infausto que las mataba o hacía desaparecer trágicamente,  no sin antes entregarle en forma  conmovedora,  una indicación vaga, pero lo suficientemente imprescindible como para continuar con la tirantez y el dramatismo…en el próximo libro, con infaltable “continuará”.

Bomba el niño de la selva y toda la colección Robin Hood, un recuerdo imborrable, para aquellos niños avidos de aventuras y buenas lecturas. 

lunes, 22 de febrero de 2016

Los libros de mi infancia. Primera parte.

Las lecturas de la infancia. Primera parte.

La lectura es fundamental para el desarrollo de los niños y niñas en lo lingüístico, cognitivo, emocional y lúdico. Además fortalece los lazos familiares y su entorno, representada en diferentes formatos  como  son las historias, relatos, juegos, canciones. Cuando al niño se le cuenta una historia, se recrea y se estimula la memoria, reconociendo palabras, objetos, colores. Incentivar la lectura en la primera infancia, va más allá del éxito en los estudios; la lectura proporciona cultura, desarrolla el sentido estético, actúa sobre la formación de la personalidad, es fuente de recreación y de gozo, condicionando un amor hacia la palabra escrita que  permanecerá a lo largo de la vida.



Los niños de la década del 60, sin televisores, sin computadoras, teníamos en la lectura nuestro principal entretenimiento. Los padres nos compraban libros, nos prestábamos con amigos, sacábamos libros de la biblioteca de la escuela.  Aquellas lecturas, junto con las de las revistas, Billiken,  Anteojito, Patoruzito, Mafalda y las historietas mexicanas se constituyeron en la base de una cultura que nos acompañó para siempre.


Los libros de Constancio C. Vigil.

Una de las lecturas que leíamos muchos de aquellos niños eran los libros de Constancio C. Vigil. Su colección de cuentos u otros que venían "sueltos"

Los cuentos  de Vigil aparecieron originalmente en  libros y luego fueron editados de diversas maneras, desde el formato individual hasta en “bibliotecas” o “colecciones”, e incluso fueron adaptados y modificados. Se acortaron o alargaron en función de la edición, se cambiaron finales y situaciones; pero siempre manteniendo el sentido que le otorgó el autor.

Uno de esos cuentos, y seguramente el más famoso fue  “La Hormiguita Viajera”, protagonizado por una heroína que se hizo muy  célebre. La historia relata una “dolorosa peregrinación” de una hormiguita perdida hasta lograr que sus compañeras le den la bienvenida a la comunidad nuevamente.  El sentido del libro es el viaje de la Hormiguita de  regreso al hogar, sin importar el tipo de dificultades que debiera afrontar. Encuentros y desencuentros con final feliz en el mundo de las hormigas.

Otros muy conocidos de la colección fueron fueron Misia Pepa y El mono relojero.
Libros que no pertenecían al colección, recuerdo a Marta y Jorge y Mangocho. Historias de niños que nos mostraban el beneficio de ser niños "buenos".






También el famoso libro UPA, se constituía para los niños que aprendían a leer en un libro indispensable, estaba en la mayoría de las casas.


Críticas posteriores a la inmensa obra de Vigil indican que fue una obra sin cuidado por la calidad estética, con una moralina muy de la época ( décadas del 40 y 50 del Siglo XX ). Los cuentos poseían una moraleja que nos indicaban como ser buenos y patriotas niños. O sea una lectura formateadora de cabezas.
De cualquier modo, a través de los años, recuerdo aquellos libros, los cuales todavía están en la biblioteca de la casa de  mi madre con mucha ternura. Muñequita, La reina de los pájaros, El casamiento de la comadreja, y tantos otros poblaron los sueños de la infancia. ( Continuará )



martes, 16 de febrero de 2016

Campanopolis.

Tuve la suerte de ser invitada por una agencia de viajes de mi  ciudad a conocer Campanopolis. Nunca la había sentido nombrar, ni sabía que era, ni donde se encontraba. Estuve buscando información por Internet y me pareció una propuesta muy interesante, por lo que decidí ir.  Al mirar las fotos, en Google,  uno puede pensar en Brujas, Bélgica o  un pueblito de sur de Italia o Canterbury en Inglaterra. Pero no, es Campanopolis, en el segundo cordón del Conurbano, en Gonzalez Catán, partido de  La Matanza.


Partimos de Lincoln en una combi, al llegar nos espera un guía, quien nos mostró el lugar y nos contó su historia.

La historia.

Antonio Campana, un  hijo de inmigrantes, compró hace cuatro décadas un predio de
200 hectáreas con llanuras, bosques,  ríos y arroyos en La Matanza. Esas tierras le fueron expropiadas para utilizarlas como un basural. Años más tarde las pudo recuperar y es cuando inicia su obra.

Pasó los últimos años de su vida dedicado a esta pasión.  No era arquitecto, no era albañil, de hecho sólo cursó hasta sexto grado, pero tenía una meta que podía parecer utópica: crear su propia ciudad. Y así lo hizo. Asiduo de los antiguos remates que había en la ciudad de Buenos Aires, adquirió verdaderas piezas históricas y de un enorme valor cultural para construir este lugar. De hecho, concurría a los remates y no dejaba que se iniciaran, compraba todo lo que había dentro. Y con esos materiales fue creando su ciudad.



La leyenda cuenta que Antonio de niño dibujaba castillos en sus cuadernos, y que cuando pudo obtener una fortuna personal con la distribución de alimentos, decidió hacer realidad aquel sueño. Para llevarlo  a cabo tuvo que vender algunas de sus empresas. Al principio iba los fines de semana a trabajar en sus castillos y casitas encantadas. Pero cuando enfermó y viendo  acercarse el final de su vida comenzó a trabajar hasta  14 horas todos los días desde el amanecer, con un equipo de hasta un centenar de albañiles que dirigía personalmente, sin ingeniero ni arquitecto alguno. Se construyó sin plan, era una suerte de utópico plan infinito, y sin  una estructura previa. Terminado un edificio venía otro y otro, improvisando sus planos a veces hasta en una servilleta

Pueden verse  desde relojes de la estación ferroviaria de Retiro, adoquines de avenida La Plata, medidores eléctricos de la ex SEGBA,  una escalera que perteneció a la Basílica de Luján, tablones de Argentinos Juniors, veinticuatro columnas perimetrales de las Galerías Pacífico,  el primer carro de bomberos porteño tirado por caballos, tranqueras del Hipódromo de Palermo, una campana de un convento de clausura italiano, vitreaux señoriales de mansiones porteñas, dos ascensores del edificio de la Municipalidad de Buenos Aires, luces de la Plaza de Mayo . Con todos esos materiales y muchísimos más se construyó esta “ciudad”.

Campanópolis, la ciudad de Campana,  lleva ese nombre en honor a su creador.


La ciudad turística.
  Esta ciudad que está conformada por 40 edificios con aire medieval,  Las torres y techos dan una imagen medieval aunque es  un conjunto ecléctico ( reunión de sistemas y elementos diversos )
 Antonio  no tenía como objetivo que el lugar fuera un paseo turístico o de recreación, sino que sólo deseaba esa obra como una construcción  personal. Pero falleció  en 2008 y lo que quedó a medio construir, permanece tal cual lo dejó. Hay, por lo tanto, edificios inconclusos , que le otorgan otro toque misterioso al lugar, como  una estación de tren también a medio terminar, donde se encuentran vagones desvencijados
Hay tres museos que  se visitan, donde Campana expuso una sobrecargada y algo caótica colección de antigüedades. Ellos son: El museo del hierro, El museo de la madera y El museo de los caireles donde se exhiben los más disimiles hallazgos de Antonio, según esas tres categorías.




Campanopolis se convirtió una urbe adoquinada que recibe más de 5000 visitantes al año. A mi modo de ver, aún no ha desarrollado turísticamente todo lo necesario. Un buen restaurant, confiterías,  venta de souvenirs completarían la oferta turística. Seguramente en un tiempo lo tendrán.  
Cuando se ingresa a pie parece que, de un momento a otro aparecerá por el camino ripiado un hombre enfundado en armadura, montado a un caballo o una aldeana en camino a la Iglesia o al mercado.


 Campanópolis tiene pequeños barrios internos unidos por pasajes y callejones. Entre ellos hay espacios verdes, como la plaza principal con banquitos antiguos, aljibes, fuentes de acero, bebederos, una glorieta, faroles porteños con aires parisinos y una serie de ocho estatuas humanas de acero provenientes de la Plaza de la República en Rosario


Inspiradas en Blancanieves, se levantaron doce casitas de piedra, hechas con  escoria de fundición y ladrillos refractarios, en medio de un bosque con pinos, palmeras entrerrianas y araucarias, donde bien podrían vivir los famosos enanitos.




El molino de viento, emulando a los molinos holandeses, fuentes, lagos, puentes complementan la magia del lugar.

La única casa que existía en el lugar antes de ser comprado por Campana tiene valor histórico, ya que era de un puesto de estancia de Juan Manuel de Rosas, un edificio color rosa de 1830, con estilo colonial. Esa casa también funciona como una especie de museo con elementos de la época rosista.

La aldea se alquila para eventos. Susana Giménez grabó la apertura de una de sus temporadas, la banda Maná presentó un álbum, el director técnico Carlos Bianchi celebró un cumpleaños y la tira juvenil Chiquititas grabó escenas allí. Se utiliza para casamientos, donde los novios pueden llegar o partir en barco, carrozas, globos aerostáticos o autos antiguos. Todo vale en Campanopolis, solo hay que tener el dinero necesario para alquilarlo.






Campanópolis es, esencialmente, el resultado de la lucha de un hombre contra el tiempo. Es un intento utópico de realizar un sueño de la infancia.  Hay un intento claro, incluso dramático,  por prolongar la vida de miles de objetos desechados. Es  el esfuerzo que tiene un vínculo indescifrable entre  el arte y la emoción de los logros. Un hombre que  sobre el final de su vida, decidió crearse su propio reino de pura fantasía. Y vaya si lo logró.






miércoles, 10 de febrero de 2016

La lección de August.



Comencé a ver en  sitios literarios mucha mención sobre el libro La lección de August. Su portada me daba idea de un libro dirigido a adolescentes. Busqué su síntesis y vi que decía:

 «Todos deberíamos recibir una ovación al menos una vez en nuestra vida, porque todos vencemos al mundo.»  Su cara lo hace distinto y él solo quiere ser uno más. Camina siempre mirando al suelo, la cabeza gacha y el flequillo tratando en vano de esconder su rostro, pero, aun así, es objeto de miradas furtivas, susurros ahogados y codazos de asombro. August sale poco, su vida transcurre entre las acogedoras paredes de su casa, entre la compañía de su familia, su perra Daisy y las increíbles historias de La guerra de las Galaxias. Este año todo va a cambiar, porque este año va a ir, por primera vez, a la escuela. Allí aprenderá la lección más importante de su vida, la que no se enseña en las aulas ni en los libros de texto: crecer en la adversidad, aceptarse tal y como es, sonreír a los días grises y saber que, al final, siempre encontrará una mano amiga. Desde que salió el 14 de febrero de 2012, La lección de August se ha situado en los puestos de las novelas más vendidos en la lista del New York Times y ha encontrado en la red la mejor manera de promocionarse.




Su autor, R. J. Palacio,   después de buscar información se transformó en autora.  Google me dice que es una diseñadora americana que ha trabajado durante años en el campo de la ilustración para libros. Mientras se dedicaba a diseñar preciosas cubiertas para cientos de autores, soñaba con escribir algún día una novela. La lección de August es su primera novela y, después de los elogios unánimes que despertó en todo el mundo, seguro que no será la última.
Con esos antecedentes, me dispuse a leer esta novela, siempre con la idea que sería una novela juvenil, pero que “algo” tendría, ya que muchas personas con las que comparto gustos literarios la recomendaban.

Reseña:

August tiene diez años, es fan de La guerra de las galaxias y nunca ha ido al colegio; su madre es  la que se ha encargado de su educación. Pero este año sus padres han decidido que debería empezar a relacionarse con otros niños, comenzando a ir a una escuela. August es un chico normal, desde lo psíquico y lo mental,  pero tiene un problema físico, una cara totalmente deforme producto de una malformación genética  (Sindrome de Treacher-Collins), por ello siempre ha sido un niño super protegido por su familia.
Aunque tiene miedo de lo que pueda ocurrirle fuera del paraguas familiar, accede,  para satisfacer a su familia que tanto impulsa esta experiencia. Pero, como era de esperar, su integración en el colegio no es nada fácil, ya que algunos de sus compañeros se burlan de su aspecto físico o no se quieren acercar a él.
A lo largo del curso, August aprende una lección que hará que su forma de ver la vida cambie por completo. Consigue andar con la cabeza bien alta, sonreír aunque tenga un mal día y aceptarse a sí mismo. Da rienda suelta a su sentido del humor y con ello consigue que todos los chicos de su colegio le acepten tal como es y lleguen a considerarlo un amigo.
La novela es amena, posee humor, pero en algunos momentos a las personas sensibles puede que se les haga un nudo en la garganta, o que se les escape una lágrima.    
 Está dividida en partes y cada una tiene diferentes narradores: Summer, Jack, Olivia (la hermana mayor de August), etc. De esta manera se ve como las distintas personas se relacionan con August y como lo ven.
Los  personajes, familiares de August, compañeros, maestros son entrañables. Summer y Jack, sus compañeros,  son niños geniales que otorgan riqueza a la historia. Lo mismo  su hermana Olivia.  Por supuesto, también está el “chico malo” que discrimina a August y que trata de contagiar al resto del colegio.
Es un libro que hace emocionar y mucho, pero también hace reflexionar.  A pesar de que August sufre la discriminación y  el desprecio,  la  novela tiene final feliz. Se abordan temas    como la incomprensión, la intolerancia, el  bullying, la  exclusión y el menosprecio, pero también hay  amistad, comprensión, apoyo, amor, aceptación e inclusión.  Una escuela y maestros totalmente integradores que contienen las situaciones y en todo momento observan lo que está ocurriendo para ayudar a resolver los problemas.

Relacionando con nuestra realidad.

Pero que ocurre, al respecto, en nuestras escuelas argentinas o bonaerenses con tantos niños diferentes, física o mentalmente que transitan nuestras aulas? En nuestro país desde hace muchos años está instalada la integración. Y estamos transitando un camino  que no es fácil, escuchamos resistencias, se oye decir a las docentes “no estamos preparadas para esto”. Por eso me parece que leer La Lección de August se constituye en una lectura indispensable para todos los educadores, porque no hay dos niños iguales, está el que se “porta mal”, está el que por un motivo u otro es rechazado por sus compañeros o por sus docentes,  está el que tiene una discapacidad de algún tipo  cuesta que sea  aceptado. En ese sentido se necesitan adultos formados, pero también con una empatía especial para tratar con estos niños. De otro modo ninguna educación inclusiva es posible.
El libro nos ayuda a comprender que todos somos diferentes, y que esas diferencias son lo que nos hacen ser quienes somos y que siempre, sin importar que, debemos respetar y ser amables con las demás personas, ya sea que sus diferencias sean exteriores o interiores.
La Lección de August es un libro imperdible, debe ser de esas lecturas que que todos deberíamos leer aunque sea una vez en la vida y, aunque puede que no les guste a todos de la misma manera,  nos puede ayudar  a mejorar como personas. Una historia tierna, dulce, divertida y muy real, que puede leerse desde los 12 años a los 99 y que resultará inolvidable.

Frases del libro.

Como seres humanos, llevamos dentro no sólo la capacidad para ser amables, sino la elección de poder ser amables
El universo cuida de todos sus pájaros.
Me pregunto cómo será estar en el cielo algún día sin que mi cara le importe a nadie.
Sigue el día e intenta tocar el sol .
Salva los océanos, salva el mundo.
Tus actos son tus monumentos.