Sara Solarz de Osatinsky tiene 77 años. Es una sobreviviente del campo de concentración ESMA
pero es muchas cosas más. En su paso por el campo, la llamaban Quica, era una
mujer de cabellos castaños y largos, con una sonrisa resignada detrás de la que
se ocultaba una inmensa angustia.
Las muertes.
Sara había sido mujer y compañera de Marcos Osatinsky, fundador de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias. Marcos, o el Pelado fue uno de los famosos jefes guerrilleros que
en agosto de 1972 escaparon del penal de Rawson. Durante su fuga, pasó un
tiempo en Chile y luego en Cuba.
De regreso a la Argentina, vivía en Córdoba, en la clandestinidad,
usando otra identidad. Allí fue detenido en 1975. Muchas son las versiones acerca de su muerte,
unos dicen que murió de forma accidental en un tiroteo en una ruta, otros que
luego de torturado lo mataron atándolo a dos autos y corriendo carreras. Su
cuerpo fue escondido y dinamitado en un pozo en la Pcia de Córdoba. Luego de
años sus restos fueron rescatados.
Sara y Marcos tuvieron dos hijos. Mario y José. Ambos militaban en
organizaciones políticas en aquella década del 70. Mario de 18 años, fue acribillado, en marzo de 1976, con un grupo de compañeros en la localidad de
Alta Gracia. Quica se desmayó cuando escuchó la noticia por radio. En 2003, los
restos de Mario fueron encontrados en una fosa común en el cementerio de San
Vicente y entregados a Sara. Hoy descansan en un cementerio en Tucumán junto a
los de su padre.
José, de 15 años, estudiante de una Escuela Técnica fue rematado
escapando de militares que lo perseguían en julio de 1976. Los restos de José
no pudieron ser recuperados porque fueron juntados con palas mecánicas, mezclados
con otros e incinerados.
“Pensar que éramos una familia, pensar que alguna
vez fuimos felices” reflexionaría
años después Quica.
La Esma.
En 1977 Sara fue secuestrada en
Buenos Aires, donde la desmayaron golpeándola con una llave inglesa. En la sala
de tormentos de la ESMA jamás habló a pesar de todas las torturas a que fue
sometida.
Por su historia, Quica en la ESMA era una presa “importante”. Tan
importante se la consideraba que la visitó el capitán del ejercito, represor de
La Perla en Córdoba, Verguez, quien
quería llevársela su provincia para borrar personalmente “ el apellido
Osatinsky de la faz de la tierra”. Aunque
no logró llevársela, ya que ella era “propiedad de la ESMA” le contó con lujo de detalles la tortura y muerte de su esposo y sus hijos.
Sara se constituyó en la ESMA en algo así como una figura maternal
para otros presos. Se transformó en la partera del campo. Asistió a más de 14
embarazadas, lo que luego le permitió brindar información para la localización
de niños cuyas madres habían sido asesinadas.
Sara era para sus compañeros secuestrados una suerte de virgen, una
santa montonera. Su sufrimiento y su prestigio parecían haberla purificado ante los ojos de los demás.
Los represores de algún modo también la consideraron de un modo
especial , de hecho la ubicaron para trabajar en el staff de oficina de
propaganda que funcionaba en la ESMA, lo que también le dio posibilidad de
obtener información.
El abuso sexual.
Sara provocó una especie de terremoto emocional entre los
sobrevivientes del campo cuando en 2007 ( aproximadamente 30 años después de los
hechos ) relatara a un juez, sin que mediaran preguntas al respecto, que había sido abusada sexualmente, por uno de los
más detestables personajes de la ESMA, el prefecto Héctor Frebes, alias El
Gordo Selva o Daniel. Febres fue también acusado por otras presas sobrevivientes de
delitos sexuales.
Quica explica que “le llevó mucho tiempo comprender que se trató de
una situación de abuso sexual”. Su voluntad estaba anulada, el sufrimiento la
paralizaba y estaba bajo constante amenaza de muerte. En ese contexto también
la llevaron hasta Tucumán donde a través de papeles fraguados se quedaron con
el dinero de la herencia de sus padres.
En 1978, Quica junto a otra prisionera, con dos niños, fueron dejadas en libertad y se establecieron
en Valencia, España. Pero Febres las controlaba y las visitaba sin previo
aviso. Estaban libres pero se sentían presas en una relación de sometimiento.
Quica permaneció en el exilio europeo, que aún perdura, trabajando en
un centro de recepción de refugiados.
En 2007, cuando realiza su denuncia, pone nuevamente sobre el tapete
el tema de las relaciones de presas con represores.
Violación o consentimiento? Las definiciones de abuso sexual incluyen todas las
situaciones por las que vivía Sara. Aislada, débil, con el peso de sus pérdidas
irreparables, quebrada. El abusador avanzó sobre su cuerpo y su vida. Tampoco
había ningún resquicio por donde pudiera negarse. Cómo hacerlo?
Está comprobado que en los campos de la muerte de Argentina, ni la
delación, ni el quiebre en la tortura, ni el sometimiento sexual tuvieron
relación directa con la sobrevivencia. Todos los desaparecidos estaban
condenados a muerte. Los detenidos y detenidos ignoraban que tenían que hacer o
decir para tratar de vivir unas horas más, unos días más.
Pensar que una mujer podía resistirse o negarse a la violencia sexual
dentro de un campo de concentración manteniendo su cuerpo “ impoluto” es no
poder salir de una lógica donde nos enseñaron que la mujer tiene un mandato que
obedecer, una pureza que resguardar.
Por ello, las mujeres violadas que fueron posteriormente liberadas,
guardaron silencio durante mucho tiempo.
No podían hablar de lo ocurrido ni siquiera entre sus pares.
Miriam Lewin expresa en la
introducción del libro Putas y
guerrilleras, que escribió junto a Olga Wornat, que resulta difícil entender lo que pasó, a
años de distancia para quienes lo han
vivido. Como podremos entender quienes lo vemos de afuera?
Desde los orígenes del mundo, el abuso hacia las mujeres es una
realidad que aterra, abruma y avergüenza. En todos los conflictos bélicos han
sido consideradas botín de guerra. Todos los ejércitos vencedores, hasta los que la historia considera “buenos”
abusaron sexualmente de las mujeres de los pueblos derrotados. Pensar que estas
relaciones fueron “ amores perversos” es una equivocación, estas violaciones
son crímenes aberrantes de lesa humanidad y como tal deben ser vistos y
considerados, sin prejuicios ni medias tintas.
Estamos recorriendo un camino, el velo se está descorriendo y los crímenes
sexuales están saliendo a la luz al igual que todos los tipos de torturas. Que
los violadores sean juzgados y paguen
por estos crímenes aberrantes. Que así sea.
Fuente: Putas y guerrilleras.
Miriam Lewin y Olga Wornat.
Todas las violaciones sexuales son aberrantes porque se llevan a cabo en un contexto de completo sometimiento, al punto que la "violada" ni siquiera lo reconoce. Y por cierto, que durante muchísimos años las presas sometidas se negaron a dar testimonio. La vergüenza pudo más que el delito. Sé que es así. Tuve amigas que pasaron por esas situaciones, y ni siquiera a los más próximos se atrevieron a contar sus penurias. Es excelente la reivindicación de estas valientes.
ResponderEliminarGracias Alfa ! Elegí esta historia para publicar en el Día de la mujer, porque me parece un tema totalmente ignorado e incómodo para muchos. Saludos.
ResponderEliminarTremenda historia, espeluznante. Siendo dramático el tema abusos, frente a todo lo demás, casi que queda pequeño
ResponderEliminarEs todo tremendo. En este editorial decidí focalizar sobre ese aspecto tan poco conocido y siempre escondido.
ResponderEliminarSe me puso la piel de gallina, Laura. Qué cosa tan horrible y triste, y peor aún, que como vos decís, este tipo de historias son las más ignoradas. Hay que conocerlas, hay que saber sobre la realidad y lo que pasó. Muy interesante, voy a investigar un poco sobre el libro y veo si lo puedo conseguir.
ResponderEliminarSaludos!
Aylu.
http://elmundodeaylu.blogspot.com.ar/
Hola Aylu. El libro es muy terrible, imagina que es un libro bien gordo y trae montones de historias de estas mujeres tan desconocidas. Sara es una que llamó mi atención pero todas son muy impresionantes. Tengo el libro y lo voy leyendo muy de a poco. Un beso.
ResponderEliminarGracias Laura.
ResponderEliminarLa memoria se sostiene y nos proteje gracias a personas que la mantienen viva. Soy sobrino de Sara. Y pasé mi infancia con sus hijos antes que vivieran en forma clandestina. Aun mantengo la esperada de encontrar a José. Con quien jugábamos. Aunque tan dura nuestra historia es peor aún si queda en el olvido. Gracias de nuevo. Sergio Mirkin
srmirkin@hotmail.com
Gracias Sergio. Conocí la historia de Sara, e investigué para escribir esta nota que publiqué en un diario de mi ciudad, ya hace algún tiempo.
EliminarSiempre busco estos casos para escribir mis notas, no se si muchos o pocos las leen, pero es mi modo de contribuir a la recuperación de nuestra memoria. Saludos.
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EliminarQué cobarde que sos.
EliminarBorrás la parte de la historia que no te conviene.
Todos los buchones y buchonas de la ESMA, que cantaron a sus compañeros, que salieron a marcarlos, ahora son las víctimas que reescriben la historia.
Caín Lauletta declarando en el juicio, Daleo.... Yo les preguntaría a cuántos entregaron, cuántos pasaron por la ESMA gracias a su invalorable colaboración y a la promesa de un cargo en el gobierno futuro del presidente Massera.
Dale, borrame este comment también.
No voy a borrar este comentario, para que la gente que visita mi blog, vea que gente como vos existe.
EliminarSi borré el anterior es porque me resulta ofensivo que algo de mi propiedad se ensucie con esas expresiones.
No vuelvas a escribir porque lo borro. Escribí en los lugares donde tengan pensamiento afín al tuyo.
No soy cobarde, simplemente no sos bien recibido aquí.
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ResponderEliminarNingún tipo de tortura o violación es aceptable, ni la privación de la libertad de los individuos o su asesinato. Sumaria una razón a tu argumento del porque esas mujeres no hablaron de lo sucedido. Culpa, cuando uno atraviesa situaciones así, siente que en cierta forma las provocó o las merece, al menos en nuestra generación era un visión arraigada. Quizás la culpa por lo que habían hecho fue un factor para callar. No digo que esté bien o mal, simplemente describo una situación psicológica. En el caso de Sara por ejemplo, acribilló de frente a Sulling en Garin por decir alguno de los hechos reconocidos por ella, quizás ese silencio también fue para expiar culpas.
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